Objetivo
- Saber que Dios escucha nuestras oraciones.
- Conocer que Dios responde las oraciones fervientes de sus hijos .
- Saber que hay que cumplir las promesas hechas voluntariamente a él; si no es mejor no hacer ninguna promesa.
Antecedentes
Aunque Dios creó al hombre y a la mujer para vivir en pareja, Dios permitió la poligamia por la dureza del corazón de los hombres; es por ello que en tiempos antiguos, y aún hoy en algunas culturas, se ha permitido que un hombre tenga varias mujeres.
Y este hecho ha sido frecuentemente causa de disgustos entre los esposos, de celos entre las mujeres y de envidia entre los hermanos de distinta madre y ha originado mucho dolor en las familias bíblicas como se puede ver cuando se estudian las vidas de hombres que tenían una gran relación con Dios como David o Salomón quienes al final de sus días padecieron por el hecho de tener mujeres enfrentadas.
Y si son siempre complejas las relaciones dentro de cualquier familia constituida por una pareja, mucho mas lo ha sido cuando hay más de una esposa.
La historia que se va a narrar tiene como época la de la transición entre los jueces y la de los reyes. De hecho Samuel fue juez, profeta y también fue el que ungió por rey a Saúl.
En aquella época el pueblo de Israel estaba enfermo espiritualmente, y también sus líderes. Y Dios levantó a un nuevo profeta que trajera palabras de Dios para que el pueblo rectificara.
Lectura bíblica
1ª de Samuel 1-2:1-21
Texto para aprender
Clama a mí y te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces. Jeremías 33:3.
Historia
Elcana era un sacerdote que tenía dos esposas, Penina, quien le había dado varios hijos y Ana quien era estéril, es decir no podía tener hijos. Y Penina se burlaba de Ana por ello.
Pero Elcana amaba especialmente a Ana (que significa “gracia”) y siempre tenía muchas atenciones con ella.
Como cada año subió toda la familia a adorar al templo; cuando Ana estuvo en la casa de Dios y pensando que no era vista por nadie se arrodilló y con grandes lágrimas le contó a Dios su pesar por no tener hijos y su deseo de tenerlos- derramó su alma delante de Dios. Y Ana hizo una promesa seria: que si tenía un hijo lo dedicaría desde su nacimiento al servicio del templo de Dios.
Pero Ana no estaba sola. El sacerdote Elí la observaba y pensaba que estaba borracha; de hecho se acercó a ella y le dijo que se fuera del santo lugar. Pero Ana le dijo que estaba orando por una gran pena que tenía. Entonces Elí, conmovido, le dijo:
”Ve en paz y que Dios te otorgue tu petición».
Ana se fue muy contenta y efectivamente, al cabo de un año tuvo su hijo al que llamó Samuel.
Pasados tres años, cuando el niño iba a ser destetado, subió Ana con toda la familia al templo y fue a ver al sacerdote Eli, al que rogó que instruyera al niño en los caminos de Dios ya que era el niño que ella le había pedido con lágrimas al Señor.
Y el niño se quedó con Elí desde los tres años, aprendiendo todo lo que se hacía en el templo y su madre lo visitaba cada año y le tría nueva ropa porque Samuel iba creciendo.
Y Dios concedió a Ana más hijos para que llenaran su corazón de madre y la consolara de la ausencia de Samuel.
Porque Dios da abundantemente y Dios responde a las oraciones.