David y Goliat


Objetivo

  • David pudo vencer a Goliat porque confió en Dios.
  • Conocer que en la vida de cualquier persona hay muchos enemigos como Goliat.
  • Saber cómo se pueden vencer a estos enemigos.

Antecedentes

Cuando Israel entró en la tierra prometida se cansaron de pelear y no conquistaron toda la tierra que Dios les había dado. Por todo ello estaban en guerra con distintas tribus que habían quedado sin ser vencidas. Una de estas tribus enemigas eran los filisteos.

Los filisteos procedían de Asia, se establecieron en las islas del Mediterráneo oriental; fueron expulsados y entraron en Egipto y Ramses III en 1180 antes de Cristo los echó, acabando en las costas de Palestina. Era un pueblo incircunciso, que tenía muchos dioses y mostraron ser enemigos irreconciliables de los hebreos. El pueblo de Israel peleó durante siglos contra ellos sin lograr vencerlos definitivamente.

En la Biblia los filisteos, y otros pueblos semejantes, constituyen una imagen de los enemigos del pueblo de Dios y de las luchas constantes que hay que mantener con esos enemigos para lograr sobrevivir.

Por ello, la historia de David y Goliat no es sólo la hermosa historia de un valiente, sino que podemos encontrar inspiración en el método que usó David contra el enemigo para salir también nosotros victoriosos de las luchas contra nuestros enemigos, sean materiales o espirituales.

Lectura Bíblica

1ª Samuel 17.

Texto para aprender

No es con ejército ni con fuerza, mas con mi espíritu, dice el Señor (Zacarías 4:6).

Confiad, yo he vencido al mundo (Jesús) (Juan 16:33).

Historia

David estaba ayudando a su padre a apacentar las ovejas; sus tres hermanos mayores habían seguido a Saúl.

El padre, Isaí, mandó a David a visitar a sus hermanos, que estaban en el campo de batalla luchando contra los filisteos; así les llevaba provisiones y sabía cómo se encontraban.

David, obediente como era, dejó el ganado al cuidado de un guarda y se marchó al campamento. Cuando llegó vio a ambos ejércitos preparados para la batalla y el joven David se preparó para ver a los israelitas entrando en la lucha y triunfando sobre el enemigo.

Pero, cual no sería su sorpresa, cuando vio aparecer un hombre enorme, como de tres metros, con una espada proporcionada a su tamaño.

Nunca había visto un hombre tan grande. Y entonces le oyó gritar con voz estentórea (muy fuerte):

No os he dicho que un hombre de entre vosotros pelee conmigo y si me vence nosotros los serviremos, pero si yo venzo, vosotros nos serviréis a nosotros. No es necesario que peleéis todos sino uno.

Y David, asombrado, preguntó quien era ese gigante. Le dijeron que era Goliat quien desde hacía muchos días provocaba al pueblo del Israel; pero que hasta el rey Saúl le tenía miedo; y hasta había prometido dar a su hija por esposa a quien venciere al gigante.

David estaba asombrado de que no hubiera nadie que respondiera a la provocación de Goliat, un incircunciso que se atrevía a desafiar al ejército del Dios viviente.

La envidia de sus hermanos

Su hermano mayor, cuando le oyó hablar con los soldados le despreció y le dijo:

¿Por qué has venido a ver la batalla y has dejado abandonada aquellas pocas ovejas? Eres un malicioso y soberbio.

Y David se apartó de él; y fue llevado delante de Saúl al que dijo que pelearía contra Goliat.

Le quieren disuadir

Saúl quiso disuadirlo recordándole que era apenas un muchacho mientras que Goliat era hombre de guerra; pero David le contestó al rey que desde joven había defendido a las ovejas de leones y osos y que si Dios le había ayudado a vencer a los animales salvajes también lo haría con el gigante.

Quieren que luche con otras armas que no
son las suyas.

Entonces Saúl le dio su armadura para protegerlo; pero cuando David se vio con la coraza, el casco, el escudo y la espada, casi no podía andar, por lo que se quitó la armadura y se fue como había venido, con su ropa de pastor, su cayado y su zurrón donde había colocado cinco piedras lisas.

La batalla

Cuando el gigante vio acercarse a casi un niño lo despreció, y enfadándose preguntó si David le consideraba un animal para venir a él con un palo.

Pero David le dijo que venía en el nombre del Dios de Israel; y sacando una piedra la puso en la honda, giró y la lanzó, dándole en la frente al gigante.

Goliat cayó hacia adelante y se clavó aún más la piedra en la frente; con su misma espada, David lo remató.

Entonces todo el ejército lanzó vivas. Y David fue llevado a la presencia de Saúl.

Y ese día Dios demostró que más vale la confianza en el Dios viviente que en las espadas y en la fuerza.

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