Débora y Barac


Objetivo

Aprender que:

  • Siempre que estén dispuestos a escuchar y obedecer Dios usa a mujeres igual que a los hombres.
  • Dios no hace acepción de personas.
  • Tenemos necesidad de ser guiados por Dios.

Antecedentes

El libro de los Jueces narra una época muy especial y oscura en la vida de Israel, y de la cual podemos aprender mucho.

Habían entrado en la Tierra prometida pero el pueblo, que estaba cansado de luchar, no respetó la orden de Dios de conquistar toda la Tierra prometida, sino que se fueron acomodando entre los pueblos que había en aquella tierra; por ello había muchos enemigos que frecuentemente les atemorizaban.

Desde la muerte de Josué no había un gobernante claro y el pueblo se dedicó a “hacer lo que bien le parecía”, es decir que no había unidad, ni ayuda entre las distintas tribus y lo peor, no contaban con Dios para nada. Y Dios, debido a la desobediencia del pueblo, no les ayudaba a vencer en las pequeñas escaramuzas que se presentaban. Y vivían una vida pobre y estaban asustados.

Pero cuando el pueblo clamaba a Dios, éste levantaba a alguien que los guiaba: era un juez; y este juez les daba instrucciones, les guiaba y ponía justicia entre ellos. Y era al juez a quien Dios daba las instrucciones para que el pueblo supiera qué debían hacer.

Aplicación

Actualmente en muchos sitios hay discriminación para que las mujeres ocupen un lugar importante en la sociedad o en la iglesia pero como se ve Dios usa tanto a hombres como a mujeres; y Dios usa a unos u otras siempre que se esté dispuesto a oír y obedecer.

Lectura bíblica

Jueces 4:1-24

Texto para aprender

Obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros (1ª Samuel 15:22).

Historia Bíblica

En aquellos lejanos tiempos hubo rey cananeo que oprimió al pueblo de Israel durante 20 años. Y el general de su ejército se llamaba Sísara.

Sísara era muy poderoso ya que tenía 900 carros herrados, lo que quiere decir que eran grandes y estaban muy bien preparados para luchar. Los hijos de Israel pidieron a Dios que le libraran de él.

En Israel gobernaba por entonces una mujer, una jueza, cuyo marido se llamaba Lapidot; y a ella iban para pedirle consejo cuando los casos o los problemas eran muy difíciles de resolver.

Débora era, por tanto, una mujer muy estimada. Un día ella mandó llamar a Barac, a quien encomendó la tarea de reunir a 10000 hombres de las tribus de Neptalí y Zambulón para que fueran al monte santo de Tabor, y Dios les guiaría para que lucharan con sus enemigos y los vencieran.

Barac, cuando Débora le recordó lo qué tenía que hacer, tuvo mucho temor pero como sabía que Dios estaba con Débora le dijo que solamente iría a luchar si la jueza les acompañaba.

¿Una mujer a la guerra? ¡Eso era algo insólito! Pero Débora no lo dudó; por su pueblo haría eso y mucho más.

Fueron, pues, a enfrentarse contra Sísara y Dios les ayudó; Sísara muerto de miedo huyó y se escondió en la tienda de una mujer llamada Jael, la cual le ocultó bajo una manta y le dio de beber, porque había conocido que era el gobernante de aquella tierra.

Sísara le pidió a Jael que no le descubriera a Barac, pero Jael, sabiendo que era enemigo de Israel, le mató con una estaca Y aquel día Dios dio a Israel la victoria completa. Y dos mujeres fueron fundamentales para obtenerla ya que Dios las usó de manera única y especial.

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