El siervo del centurión


Objetivos

  • Conocer las características de un centurión romano excepcional.
  • Comprender que el tener autoridad sobre unas personas no debe llevar un trato déspota.
  • Entender que, además de a voluntad de Dios, fue el respeto y la fe del centurión hacia Jesús lo que hizo que el milagro se produjese.

Antecedentes

Judíos y romanos se odiaban. Los judíos veían a los romanos como invasores de su tierra y los romanos les despreciaban como a un pueblo conquistado. Los primeros deseaban verse libre del invasor y a los segundos les encantaba hacer sentir su desprecio y se comportaban con arrogancia y despotismo con los judíos.

En Capernaúm el ejército romano tenía un cuartel que estaba al mando de un centurión. Dicho oficial era el encargado de mantener el orden público de la ciudad y de hacer cumplir las órdenes dictadas por los romanos. Aunque los habitantes no amaban a los judíos sí amaban al centurión. ¿Por qué? ¿Qué hacía el centurión para ser tan estimado cuando pertenecía a la nación que les había invadido y a la que tenían que pagar tributo?

El centurión había hecho algo insólito: dándose cuenta de que les faltaba un lugar para reunirse les había mandado construir y sufragado de su bolsillo una sinagoga. Por otra parte era amable y respetuoso con los israelitas y trataba a sus hombres con respeto. Incluso el trato con sus criados era generoso y considerado, algo desconocido entre los romanos en aquél tiempo, en el que cualquier despiste de un esclavo al realizar su trabajo traía como consecuencia severos castigos.

Pero el centurión tuvo un día un problema que nadie le podía resolver.

Lectura bíblica

Mateo 8:5-13 y Lucas 7:1-10

Texto para aprender

No soy digno de que entres en mi casa, solamente di la palabra y mi siervo sanará. (Mateo 8:8)

Historia bíblica

El Centurión tenía un siervo que se puso muy enfermo; quedó paralítico y su estado hacía temer por su vida. El centurión había oído hablar de Jesús y de los milagros de sanidad que había hecho como sanar ciegos, cojos, leprosos etc… Así, que se le ocurrió que podía intentar que Jesús se interesase por su siervo. Pero ¿querría Jesús venir?, él ers un soldado romano y muchos judíos no le querían.

El centurión consultó a los ancianos de la sinagoga a los que apreciaba y en los que confíaba. ¿Qué debía hacer?

Después de conocer lo que deseaba el centurión, fueron los ancianos lo que se ofrecieron a ir a ver a Jesús e interceder ante él.

Así es que cuando llegó Jesús al pueblo le salieron al encuentro los ancianos junto con un siervo del centurión. El siervo informó a Jesús qué su señor deseaba que fuera a su casa porque un siervo, al que el centurión apreciab mucho, estaba muy enfermo.

Los ancianos le rogaron que accediera a la petición y le hablaron de cómo el centurión había mostrado su amor por ellos y su respeto por las cosas espirituales porque les había construido una sinagoga.

Jesús accede a ir y se pone en camino.

El Centurión, al saber que viene Jesús, se pone nervioso. Él se siente indigno de que Jesús entre en la casa de un pecador como él, además respeta mucho la autoridad de Jesús y tiene fe en su poder.

Entonces mandó a unos amigos para que le dijeran a Jesús que no era necesario que pasara por su casa ya que él no era digno de recibirlo. Por otra parte él sabe, manda decir, lo que es tener autoridad, porque como centurión él la tiene y también sabe lo que es tener a otra autoridad por encima de él, porque él también tiene quien le mande. En definitiva, el centurión creía que si solamente Jesús decía una palabra de sanidad su siervo quedaría sanado.

Jesús se quedó asombrado de la fe del centurión, un hombre pagano, que no pertenecía al pueblo elegido. No ha encontrado tanta fe ni en Israel. Así que Jesús sana al siervo incluso sin verle.

Los ancianos quedaron avergonzados; un hombre al que consideraban pagano les ha dado una lección de fe en el poder divino y sobrenatural de Jesús. Un hombre que no conoce como ellos las escrituras ni todas las promesas de la llegada del Mesías.

Reflexión

La lección a aprender es que Dios no hace acepción de personas; las promesas de cuidado y ayuda son para judíos y gentiles, no importa el sexo, la edad o la condición social.

Jesús, el Unigénito hijo de Dios tiene poder para sanar y salvar en todo tiempo y a los aquellos que con fe, se lo pidan.

Y todo lo que pidieseis al padre en mi nombre, lo haré. Juán 14:13

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