Objetivos
- Saber que Dios cuida de su pueblo.
- Entender que cuando Dios nos ordena hacer algo, él nos acompañará.
- Aprender a ver las cosas buenas en medio de las malas.
- No asustarse ante las pruebas.
Antecedentes
Dios había prometido a Abrahán, a Isaac y a Jacob que tendrían una gran descendencia y que la misma moraría en una tierra que Dios mismo le daría…
Una vez que Moisés los sacó de la tierra de Egipto Dios iba a cumplir su promesa y les iba a introducir en la Tierra Prometida, que estaba en una región llamada Canaán al nordeste de Egipto. Para llegar allí debían atravesar una zona desértica (Sinaí) que podían recorres en unas pocas semanas.
Moisés condujo al pueblo a través del desierto y al cabo de varias semanas llegaron al Monte Sinaí, también conocido como Peña Horeb. Allí recibieron instrucciones sobre como vivir, como comportarse; recibieron leyes, muchas de las cuales subsisten hoy y han sido la base para elaborar el código de derechos humanos que hoy rigen en muchos países.
También Jehová les dio datos concretos sobre como habían de construir el lugar donde Dios se encontraría con ellos, el Tabernáculo o lugar de Encuentro Este Tabernáculo, una vez construido, debía se transportado con ellos mientras durara su peregrinaje.
Lectura bíblica
Números 14:1-4; 18-34;
Números 14: 1-38.
Texto para aprender
Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Yo en ti confío, oh Jehová y digo: tú eres mi Dios. En tus manos están mis tiempos. (Salmo 31:3,14-15)
Historia bíblica
Moisés, por orden de Dios, envió a doce hombres, uno de cada tribu de Israel, para reconocer la tierra donde Dios le mandaba entrar. Entre ellos se encontraban Caleb, de la tribu de Judá y Oseas de la tribu de Efraín, a quien Moisés llamó Josué.
Debían de saber qué gente la habitaban, si vivían en tiendas o en ciudades, qué vegetación había, que cultivaban etc. Los hombres se fueron y estuvieron
explorando la zona cuarenta días; al volver trajeron noticias y con ellas un ramo de uvas que era tan grande que debían transportarlo dos hombres; también trajeron higos y granadas.
Las noticias eran variadas: la tierra era tan rica que “fluía leche y miel” pero los hombres eran fieros, grandes y muy numerosos. No podían vencerlos y mejor era marcharse.
Sin embargo Caleb y Josué (al que llamaban también Oseas) señalaron que la tierra era digna de lo que el Señor les había prometido, y que debían continuar. Pero el resto de los hombres metieron miedo a los israelitas y despreciaron la tierra que Dios les daba.
Y el pueblo se quejó a Moisés, y querían volverse a Egipto.
De nuevo Caleb y Josué insistieron en que era la tierra que Dios les daba y que El mismo les ayudaría a conquistarla. Pero el pueblo no quería escuchar.
Entonces Dios, viendo el desprecio y la desconfianza del pueblo, les castigó y les manifestó que ninguno de los adultos presentes, excepto Caleb y Josué, entrarían en la Tierra Prometida Canaán: y estuvieron vagando por el desierto 40 años; y toda la generación adulta murió.
Pasados 40 años sólo Josué y Caleb, y los niños que habían crecido pudieron entrar en la Tierra Prometida.