Gedeón


Objetivo

Conocer que:

  • Dios transforma a los hombres.
  • Las estrategias para vencer lo que parece imposible las da Dios

Antecedentes

En el tiempo de los jueces, como ya se ha comentado, “cada uno hacía lo que bien le parecía”.

El pueblo de Israel se apartaba de Dios. Como consecuencia seguía sus propios caminos y los enemigos atacaban y vencían. Entonces le pedían a Dios que les ayudara y Dios mandaba a alguien para que les dirigiera: eran los profetas.

Después del tiempo de Débora y Barac, otra vez se olvidaron de Dios; y esta vez fueron los madianitas (pobladores de Madian- una región de la actual Arabia) quienes les robaban y les hostigaban.

El pueblo estaba tan atemorizado que decidieron vivir escondidos en los montes y en cuevas, cavernas, lugares protegidos etc. Pero de cuando en cuando venían los de Madian, y eran como langostas – esos insectos que cuando son plaga todo se lo comen- y se llevaban su grano y ganado empobreciendo al pueblo en gran manera.

Y el pueblo volvió a clamar a Dios. Y Dios les escuchó, pero, como Dios hace frecuentemente, buscó a un hombre para que fuera el que les condujera a la victoria.

A través de esta historia vamos a aprender muchas cosas acerca de la obediencia, de conocer la voluntad de Dios y acerca de cómo hay que dar pequeños pasos de fe para que Dios nos pueda utilizar en las grandes cosas.

Lectura bíblica

Jueces 6 y 7

Texto para aprender

Envía tu luz y tu verdad, estas me guiarán; me conducirán a tu Santo Monte y a tus moradas. (Salmo 43:1).

Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mi. Mi ayuda y libertador eres tu Dios mío, no te tardes (Salmo 40:7)

Historia

Un día un ángel se apareció a un muchacho llamado Gedeón quien estaba ocultando trigo. El ángel le dijo: -“Dios esté contigo, joven esforzado y valiente”

¿Cómo puede estar con nosotros si somos pisoteados y robados por el enemigo? –replicó Gedeón, no de muy buen humor, supongo.

Tú los salvarás, pero primero has de destruir el altar que tu familia ha construido a los ídolos. (Observa que entre los hijos de Israel había idolatría)

Y Gedeón obedeció y, por la noche por temor a su familia y vecinos, lo destruyó y en su lugar edificó un altar a Dios.

Y quisieron matarle, pero su padre astutamente lo defendió diciendo que el propio ídolo tomara venganza- lo que como podéis suponer no ocurrió, porque los ídolos no tienen poder.

Después Dios le dijo que peleara contra los madianitas

Como no estaba seguro de que Dios le hubiera hablado pidió una señal del cielo: un trozo de lana- un vellón- que debía quedar seca cuando se dejara en el campo expuesta al rocío de la noche y la tierra alrededor mojada o el mismo vellón debía quedar mojada y la tierra de alrededor seca.

Entonces Gedeón tocó el cuerno de guerra y se juntaron los hombres de diversas tribus; y se juntaron unos 22000 hombres. Pero Dios no quiso que todos fueran a la guerra para que no creyeran que habían ganado por sus propias fuerzas y mandó que quedasen sólo aquellos valientes que al pasar un río no se detuvieran para beber a pesar de su sed sino que sólo lamieran sus aguas.

Y sólo quedaron 300. Con ellos Gedeón se fue a la pelea.

De noche descendió oculto al campamento enemigo y oyó el pavor que tenían los madianitas a enfrentarse al pueblo de Israel y allí se le ocurrió una buena estrategia- usar ese mismo miedo del enemigo.

Gedeón mandó a sus hombres que cogieran cántaros de barro y dentro pusieran una antorcha o tea encendida y por la noche, en la oscuridad y el silencio de la misma, a una orden suya rompió los cántaros y al tiempo que blandían las antorchas gritaban.

El enemigo pensó que estaban rodeados de un gran ejército y salieron huyendo hiriéndose entre ellos.

Y ese día Dios les dio una gran victoria

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