Objetivos
- Conocer que José siguió amando a Dios a pesar de las circunstancias adversas.
- Ver la protección de Dios sobre José y sobre todo lo que el hacía.
- Conocer que José pudo vencer a la tentación y mantenerse puro en un medio totalmente hostil.
Antecedentes
José fue vendido por unos mercaderes ismaelitas -descendientes de Ismael el primer hijo de Abraham- que lo llevaron a Egipto. Allí lo compró el capitán de la guardia del Faraón que se llamaba Potifar.
Es de suponer que José llegó a Egipto con el corazón roto; había sido apartado de su familia por sus propios hermanos y llegaba a un lugar duro donde no se conocía ni se temía a Dios; sólo el faraón era adorado como a un dios; sus deseos eran órdenes, y la vida de sus súbditos estaba en sus manos.
José debió de encomendarse de corazón al Dios de su padre y de su abuelo porque la presencia del Altísimo estuvo sobre él todo el tiempo de su vida.
José, como más tarde hiciera el profeta Daniel, quien también fue llevado al exilio,
propuso en su corazón seguir siendo fiel al Dios de sus mayores y, aunque no comprendía el porqué se su situación, decidió aceptarla como venida de Dios; sólo así se comprende su sumisión y su eficacia en el servicio.
Reflexión
¿Cómo reaccionarías tú en parecidas circunstancias? ¿Te olvidarías de Dios? Te comportarías como los que te rodeaban? Es difícil saberlo.
Lectura bíblica
Génesis 39
Texto a recordar: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo (Mateo 5:11)
Historia
Potifar no era tonto, y se dio cuenta en seguida que José era un buen muchacho, fiel, sincero y honrado, tres cualidades que apreciaba. Primero le dio pequeños encargos y como vio que respondía le fue dando más responsabilidades y, finalmente, le puso como mayordomo de toda su casa.
Desde ese momento José era el que mandaba en ausencia de su amo; pero él mandaba con justicia y equidad, y Dios hacía prosperar todo lo que hacía. ¿Qué haría prosperar?, seguramente:
- Conseguiría ahorrarle a su amo en lo que compraba. (buen administrador)
- Sabría mandar a los trabajadores del campo para que cumplieses con su
cometido.(Buen capataz) - Distribuiría el trabajo de tal manera que no hubiera discusiones entre los
siervos. (Justo) - Haría de mediador cuando había discusiones domésticas. (Pacificador)
- Sabría ahorrarle preocupaciones inútiles a Potifar, etc. (Responsable).
Y José alcanzaba gracia a los ojos de su amo (es decir le apreciaba). Y José era un muchacho hermoso, con un semblante bello.
Potifar estaba casado con una mujer, que seguramente sería bella, que vestiría preciosos vestido y cuyo rostro estaría cubierto por afeites que la harían quizás más bella todavía. Pero no era buena. Ella se fijó en el joven hermoso y olvidándose del pacto hecho con su marido empezó a molestar a José y a insinuársele. Pero José la huía y un día le dijo:
«Yo no puedo estar contigo; tu esposo confía totalmente en mí, todo lo ha dejado en mis manos para que yo haga lo que crea conveniente, pero debo respetarte a ti que eres su mujer. No me hagas pecar contra mi señor y contra Dios.
Pero ella cada día se hacía la encontradiza, hasta que una mañana que lo halló a solas en casa quiso llevárselo a la cama, pero José se escapó, y como ella le agarró las vestiduras le sacó la túnica.
Como se vio burlada empezó a chillar y a decir que José la había intentado violar, hasta que vino su marido.
Potifar no tuvo más remedio que hacerle caso, ella mostraba las ropas de José en sus manos, y, olvidando los años de servicio, fidelidad y honradez lo mandó a la cárcel.
Y las cárceles de aquella época, como muchas de las de ahora, tenían condiciones muy duras, por lo que José, una vez más, se vio desprotegido, solo y sin ayuda aparente. Y ahora, como cuando fue vendido por sus hermanos, era inocente. Su comportamiento había sido el correcto, pero la maldad de la mujer de Potifar le había alcanzado.
Hay veces que los cristianos se ven acusados injustamente y son culpables ante los hombres, pero Dios es el que conoce los corazones y juzgará en su Santo juicio.
Por eso en la oración del Padre Nuestro se dice:
“Y LÍBRANOS DEL MAL”
Sin embargo, aunque nos parezca que estamos solos, el Señor está presente en cada circunstancia de nuestra vida; y es así aunque no lo entendamos.