Objetivos
- Poner de manifiesto que los celos entre hermanos traen destrucción.
- Considerar que la actitud de José es digna de ser imitada.
- Ver la mano del Dios protector sobre José en medio de la prueba
Antecedentes
Jacob había tenido 12 hijos varones. Los dos últimos, José y Benjamín, los había tenido con su amada esposa Raquel.
Cuando Benjamín nació Raquel falleció; así pues ambos hermanos pequeños se criaron sin su madre, pero fueron muy amados por su padre.
No hay que olvidar en esta emocionante historia que el padre de José, Jacob, había tenido una relación muy mala con su hermano Esaú hasta bien avanzada su vida; eso había causado dolor a él mismo, a su hermano y también a toda la familia; todos sus hijos se habían criado en medio de una relación rota y probablemente ellos no habían recibido de su padre la enseñanza adecuada del amor y respeto que debe primar entre los hermanos, pues Jacob mismo no la tenía.
Esto podría permitir entender, que no compartir, alguno de los acontecimientos que tuvieron lugar entre la familia.
Reflexión
Normalmente la educación que puede dar un padre, o una madre que no tiene una buena relación con sus familiares no puede ser muy buena y trae dolor y destrucción incluso a sus propios hijos.
La envidia y los celos no causan más que dolor al que los tiene y al que es objeto de esos sentimientos negativos.
Lectura bíblica
Génesis 37
Texto para aprender:
- El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos. Proverbios 14:30
- Cruel es la ira y pesado el furor; mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? Proverbios 27:4
Historia
Los hijos de Jacob fueron: Rubén, Simeón, Leví, Judá , Dan. Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zambulón, José y Benjamín.
Jacob se había criado en una familia donde se hacía diferencias entre los hijos y él hizo lo mismo en su propia familia. Amaba mucho a sus hijos José y Benjamín.
José tenía un carácter apacible y soñador. El ayudaba a apacentar el ganado de su padre junto con sus hermanos, veía el mal comportamiento de éstos y se lo contaba a su padre. Los hermanos le odiaban por esto y porque veían la preferencia de Jacob por José.
En una ocasión cuando José tenía 17 años su padre le regaló una túnica de hermosos colores. José, que era un muchacho muy guapo, estaba aún más favorecido, y esto irritó más aún a sus hermanos.
Los sueños de José
Además José tenía sueños extraños que contaba a su familia.
Un día tuvo un sueño especial: estaba en el campo con sus hermanos atando manojos de hierba, mientras que el manojo de José se sostenía derecho el de sus hermanos de inclinaba. Y los hermanos, al oírle, se irritaron contra él aún más.
Le llamaron soberbio y engreído por soñar que ellos, sus hermanos mayores, iban a inclinarse ante él.
Otro día tuvo un sueño parecido y también lo contó a su familia: soñó que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban ante él. Y su padre también le reprendió por soñar que todos ellos se iba a inclinar ante José. Y sus hermanos se irritaban contra él, mas su padre meditaba en su corazón estas cosas.
Un día estando solos en el campo decidieron matarle, pero Rubén, su hermano mayor, se lo impidió; como veía la obstinación de ellos, les dijo que lo echaran en un pozo cercano y así, pensó, él lo libraría más tarde.
Los hermanos le quitaron la túnica y lo arrojaron al pozo, que estaba sin agua. ¡cuánto clamaría y lloraría José! ¡Cómo suplicaría a sus hermanos que le sacasen, que él no les había hecho nada! Pero los hermanos endurecieron su corazón y lo dejaron allí.
Se sentaron a comer y Rubén tuvo que ausentarse. Al cabo de un tiempo vieron que se acercaba una caravana de mercaderes madianitas y Judá, el cuarto hermano, convenció a los demás de venderlo; y así, aunque no le mataban se librarían de él. Lo hicieron así.
Y tiñeron la capa de colores de sangre de un cordero y la entregaron a su padre Jacob, diciéndole que un animal salvaje lo había devorado.
Entonces, Jacob rasgó sus vestiduras en señal de duelo y prometió estar de luto hasta su muerte, y no quiso ser consolado. Y lloró a su hijo por largos días.
José fue separado de su familia y llevado a tierra extraña y tuvo que vivir como extranjero y esclavo en otro lugar.
Pero no estaba solo; el Señor estaba con él.