Objetivos
Conocer:
- Las consecuencias de una mala elección.
- Las consecuencias de vidas disipadas.
Antecedentes
Lot, sobrino de Abraham, se había beneficiado de las bendiciones divinas. Había salido con su tío desde Ur hacia Canan, y con él se había enriquecido sobremanera. Pero en el momento de la necesaria separación Lot miró con los ojos físicos para elegir la tierra donde iba a vivir, y eligió la tierra aparentemente mejor, la más fértil, aquella de la llanura, Abraham eligió con los ojos espirituales y se quedó con la zona montañosa.
Pero esta elección llevó a Lot a estar desprotegido y fue fácilmente presa de los jefezuelos de la zona.
Por otro lado la maldad de los habitantes de las ciudades de Sodoma y Gomorra era conocida; ellos no sólo no conocían a Dios sino que tampoco hacían caso a la ley natural que Dios ha puesto en cada una de sus criaturas, y se dedicaban a la práctica del pecado. Y fueron castigados de manera definitiva.
Sin embargo por amor a sus fieles Dios estaba dispuesto a tener compasión de las ciudades.
Finalmente cuando salieron de la ciudad con órdenes muy concretas la mujer de Lot las desobedeció y eso trajo consecuencias nefastas para ella que murió, y para el resto de la familia.
Reflexión: Las elecciones correctas son aquellas que se hacen mirando con ojos espirituales y no sólo con los carnales.
Lectura Bíblica
Génesis 13 y 14, 18.
Texto para aprender: «Más el justo por la fe vivirá» (Romanos 1:17).
«Ninguno que poniendo sus manos en el arado mira atrás es digno del reino de Dios» (Lucas 9:62).
Historia
Abraham regresó de Egipto a Canaan con Lot y su familia y todas sus riquezas, que eran muchas.
Dios les había bendecido grandemente pero los criados se peleaban entre si por la tierra, los ganados, el agua; así que Abraham le dijo a su sobrino que escogiera una tierra para vivir y él se iría al lado contrario.
Lot miró la hermosa y fértil llanura del Jordán que se extendía hasta la ciudad de Sodoma y Gomorra. Era una zona que prometía riquezas y facilidad en el trabajo. Y Lot eligió la llanura.
Abraham, por tanto, se quedó a vivir en las montañas, una zona más dura para trabajar, pero Dios siguió bendiciendo al patriarca dándole gran riqueza y prosperidad.
En una ocasión hubo una guerra de unas tribus contra Sodoma y Gomorra y entraron en estas ciudades y se llevaron riquezas y también a Lot y a su familia. Alertado Abraham, reunió a sus siervos y les siguió, bien armado, y los derrotó, liberando a Lot y a todos los suyos, así como a sus riquezas. Dios había protegido a Lot a través de Abraham.
Pasado mucho tiempo Dios vio la maldad de los hombres de las ciudades de Sodoma y Gomorra y unos ángeles visitaron a Abraham para comunicarles que las ciudades iban a ser destruidas; entonces Abraham preguntó a Dios qué haría si hubiera 50 justos en esa ciudad, y Dios le dijo que si hubiera 50 justos, por ellos perdonaría a la ciudad; y Abraham estuvo regateando con Dios por si en vez de
50 sólo había 45 hombres justos y también Dios perdonaría.
Y así llegó hasta 10 hombres justos, pero ni siquiera había 10 justos en las ciudades pecadoras. Los ángeles se dirigieron a la ciudad y, mientras tanto, Jehová volvió a prometer a Abraham que sería padre de una gran nación.
Una vez llegaron los ángeles a Sodoma los hombres pecadores de aquella ciudad
quisieron asaltar la casa de Lot y dañar a los ángeles y éstos tuvieron que cegar los ojos de los asaltantes para que no encontraran la puerta de la casa de Lot.
Y Lot tomó a su mujer, y a sus hijas y salió de la ciudad hacia un pequeño pueblo llamado Zoar (pequeña luz). Pero se les había advertido que una vez a salvo no debían mirar atrás, oyeran lo que oyeran.
Sin embargo la mujer de Lot, seguramente apenada por las posesiones que dejaba atrás y con curiosidad por lo que iba a suceder, se volvió y se convirtió en estatua de sal. Lot con sus hijas continuó su camino.
Entonces llovió fuego del cielo y las ciudades fueron destruidas totalmente.
De esa manera Dios hizo justicia contra aquellos hombres que se habían apartado
totalmente de la ley natural de Dios y de sus principios y que, incluso molestaban de manera tan palpable a aquellos que, como Lot, seguían los principios puestos por Dios desde la creación del hombre.