Objetivos
- Conocer que Dios cumple sus promesas.
- Saber que Dios guiará nuestros pasos, lo mismo que hizo con Moisés y los israelitas.
- Darse cuenta de que el pueblo (y nosotros) pronto olvidamos las bendiciones de Dios.
Antecedentes
Finalmente el faraón había consentido que los hebreos, sus esclavos, salieran de Egipto. Habían tenido que transcurrir varios meses y diez terribles plagas sobre Egipto para que el corazón del faraón sintiera necesidad de verse libre de Moisés, Aarón y todos los de su raza.
Mientras los israelitas habían seguido las directrices de Moisés, quien les trasmitía la orden de Dios, no habían sufrido las plagas que tuvo la nación egipcia gracias al cuidado de Dios. Finalmente por obediencia a su mandato pusieron la sangre de los corderos sobre sus puertas, y el ángel de Dios pasó de largo y sólo mató a los primogénitos de los egipcios.
Y ahora comenzaron a abandonar sus casas.
Habían transcurrido 430 años (Éxodo 12:40) desde que entraran en Egipto y ahora partían de nuevo hacia Canaan, la tierra que Dios les había destinado.
Y en ese trayecto verían aún más la mano poderosa de Dios. Pero en cuanto tuvieron alguna adversidad empezaron a protestar y se olvidaron de las maravillas que Dios había hecho ante sus ojos.
Aplicación
De la misma manera que Moisés fue fiel a Dios, cada cristiano tiene que obedecer la voz de Dios y esperar constantemente en su ayuda.
Porque “la fidelidad de Jehová es para siempre” Salmo 117:2
“Alabad a Dios porque él es bueno y para siempre es su misericordia” Salmo 118: 1
Lectura bíblica
Éxodo 12: 37-41; 13: 17-22; y 14: 14-31 15,22-25; 16:; 17:1-7.
Texto para aprender:
- ¿Quién como tu ¡oh Dios! entre los dioses? ¿Quién como tú magnífico en santidad? (Ex.15:11)
- Jehová es mi fortaleza y mi cántico y ha sido mi salvación (Ex.15:2)
Historia bíblica
Los egipcios despidieron a los israelitas con gran cantidad de regalos, joyas, dinero y bienes. Y éstos salieron alabando a Dios.
Durante el día la presencia de Dios les guiaba desde una columna de nube que marchaba delante; por la noche era una columna de fuego la que les iluminaba.
Más el faraón se arrepintió y, junto con él el pueblo, y empezaron a perseguir a los israelitas. Cuando oyeron los hebreos que eran perseguidos se olvidaron de Dios, de sus hechos extraordinarios, de su poder, y les entró pánico y empezaron a murmurar.
- Mejor nos hubiera sido seguir sirviendo a los egipcios que morir ahora.
Y la columna de humo se colocó entonces entre los hebreos y los egipcios y los protegía. Dios le dijo a Moisés que no temieran y se pusieran a cruzar el mar Rojo el lugar donde estaban acampados.
Moisés tomó su bastón y lo alzó hacia el cielo con sus dos manos e, inusitadamente, sopló un viento que separó las aguas y el pueblo pudo pasar con todas sus pertenencias por tierra seca. Detrás del pueblo entraron en el mar, los
egipcios pero cuando Moisés vio que su pueblo había pasado bien bajó sus brazos y el agua cubrió a carros y a caballos; y todos aquellos enemigos murieron.
Dios, una vez más había hecho un gran prodigio delante de su pueblo.
Ya el pueblo estaba a salvo en el desierto; pero pronto tuvieron sed. Llegaron a un lugar en el que las aguas eran amargas, Mara le llamaron- que significa “amargo” y protestaron a Moisés; éste cortó un árbol que arrojó a las aguas y éstas se volvieron dulces. Todos pudieron beber.
Y Dios prometió cuidarles si eran obedientes.
Y el pueblo tuvo hambre y murmuró contra Moisés y Aarón y hubieran preferido haberse quedado en Egipto.
Moisés oró a Dios y éste le dijo que mandaría del cielo comida, la cual había de ser recogida diariamente ya que se estropearía de un día a otro. Y no sólo comida sino carne para que no pasaran necesidad.
Recogerían comida cada día pero el sexto día cogerán doble para que descansaran el séptimo día. Y efectivamente sobre el campamento cayeron codornices y como una escarcha que era comestible; y lo llamaron “maná” o “pan del cielo”.Y fueron alimentados por Dios de esta forma milagrosa durante todo el tiempo que duró su estancia en el desierto, es decir 40 largos años. Todos
pudieron comer.
Y fue en estos días cuando Dios instituyó un día de reposo que permitiera al hombre descansar y dedicar un tiempo a agradecerle a Dios todo lo mucho que
recibía de él.
Pero en su viaje otra vez no hubo agua. Y el pueblo volvió a protestar y a dudar de que Dios estuviera con ellos y Moisés se impacientó con el pueblo Pero Dios le dijo que golpeara una peña en el Monte Horeb y saldría agua. Y así fue.
Nuevamente mostró Dios su amor, su paciencia con un pueblo tan murmurados, que parecía incapaz de tener agradecimiento.
Y Moisés y Aarón les ayudaban y les conducían por donde Dios les mandaba.