Objetivos
1- Conocer el poder de Dios sobre la muerte física.
2- Saber que Dios también resucita a los muertos espirituales.
Antecedentes
Las costumbres funerarias en Israel eran muy características. Cuando alguien moría lo enterraban después de haberle lavado y cubierto con especias aromáticas diversas.
El entierro se llevaba a cabo con mucho dolor; de hecho se encargaba a plañideras, mujeres que tenían ese oficio, para que fueran llorando detrás del féretro. Cuanto más dolor se demostrase más estima se tendría al muerto.
Pero había otras personas que realmente sentían la muerte de alguien y era su familia.
Marta, María y Lázaro eran amigos de Jesús. Cuando éste iba a Betania se quedaba en casa de sus amigos y compartían la comida y charla. Marta y María, especialmente María, escuchaban las enseñanzas de Jesús situadas en un segundo plano, según la costumbre de los israelitas.
Pero un buen día Lázaro enfermó. La enfermedad del único varón en la familia era un drama doble: por un lado por el amor que se le tenía y por otro porque los hombres eran los protectores de las mujeres y una casa sin hombre era una casa en ruinas.
Jesús tuvo siempre especial amor por las viudas y los huérfanos, porque sabía en la situación anímica, económica y social en que se encontraban.
Lectura bíblica
Juan 11.
Texto para aprender
Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que cree en mi no morirá eternamente. Juan 11: 26-28.
Historia bíblica
María y Marta enviaron a avisar a Jesús de que Lázaro estaba enfermo. Pero curiosamente Jesús dijo unas enigmáticas palabras: “Esta enfermedad no es para muerte sino para que Dios sea glorificado”. Y se quedó dos días más.
Cuando llegó a Betania Lázaro había fallecido. María corrió a su encuentro y se postró a sus pies y le dijo que si el hubiera estado allí su hermano no habría muerto. Jesús le dijo que Lázaro resucitaría, pero Marta pensó que se refería a la resurrección final, pero Jesús le dijo las palabras del texto a aprender “YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA; EL QUE CREE EN MI AUNQUE ESTÉ MUERTO VIVIRÁ.
Y entonces María declaró su fe “Yo se que eres el Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido al mundo.
Después de esta declaración fueron a la tumba; y estaba también María y los amigos y vecinos de Lázaro, todos llorando. Jesús, al ver el dolor de ellos se conmovió y lloró también.
Y dijo que quitaran la piedra que obstruía la entrada; Marta le recordó que hacía cuatro días que había muerto y que ya olería, pero Jesús le dijo que si creía vería la gloria (el poder) de Dios.
Una vez quitada la piedra Jesús dio gracias a Dios por haberle oído y exclamó a gran voz “Lázaro, sal fuera”.
Todo el mundo estaba silencioso, expectante, algunos incrédulos se miraban entre ellos. Pero de pronto vieron que algo se movía al fondo del sepulcro y poco a poco se distinguió la figura de un hombre con el sudario que lo envolvía y atadas las manos y los pies y le quitaron estas vendas y vieron a Lázaro totalmente vivo.
Y muchos creyeron en Jesús, pero otros fueron a contarlo a los fariseos y a los principales sacerdotes y éstos se llenaron de celos y desde entonces determinaron matar a Jesús.
Reflexión
De la misma manera que Lázaro recibió la vida física por medio del poder de Cristo, todo aquel que cree en Jesucristo como Hijo de Dios también tiene la vida eterna.
El cuerpo morirá pero el alma permanecerá con Cristo.
Jesús tuvo el poder de resucitar físicamente a Lázaro, y también lo tiene para darnos la vida eterna mediante su muerte el la cruz. Estas son las buenas nuevas que tenemos que saber: que en Cristo hay vida.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo Unigénito para que todo aquel que en él crea tenga vida eterna”.
(Juan 3:16)