Primer milagro de Jesús


Objetivos

  • Conocer el poder milagroso de Jesús.
  • Entender que Jesús está en los pequeños detalles de nuestra vida.
  • Confiar a Dios cada necesidad nuestra, por pequeña que sea.

Antecedentes

Vamos a conocer algunas costumbres sobre el matrimonio en tiempos bíblicos, costumbres que en algunos lugares de la tierra ha llegado a nuestros días.

Los padres organizaban las bodas con ayuda de un intermediario. El novio, o su familia, daba una dote a la familia de la novia (ganado, dinero, tierras, joyas..) ya que les iban a privar de una persona en la familia que les ayudase, mientras la del novio se iba a enriquecer por tener a la novia. Parte de la esta dote era dada a la novia y ésta la conservaba como propio; además su padre también le podía regalar a ella personalmente una parte para su disfrute.

En las bodas había dos fiestas:

1- Los desposorios eran un pacto entre los dos novios. Las familias y testigos se reunían y el novio daba un anillo u otro objeto de valor o simplemente un contrato a la novia y le decía: “Este anillo (o lo que fuera) es la señal de que estás reservada para mí, de acuerdo con la ley de Moisés”, y después cada uno se volvía a su casa.

2- El matrimonio propiamente dicho ocurría al menos un año después. El novio se engalanaba como un rey (incluso se ponía una corona o guirnaldas de flores) y sus vestidos eran cuidadosamente elegidos; se perfumaba con incienso y mirra. El atavío de la novia era igualmente un asunto muy cuidado: su ropa preciosa, su
piel cuidada y se la ataviaba con joyas. Cuando no tenían joyas se pedían prestadas. Ese día la novia resplandecería como nunca lo había hecho.

El novio iba a buscar a la novia y después de la bendición de sus padres se iban en comitiva, con la novia tapada con un velo, hasta la casa del novio, cantando y bailando. Como las calles eran oscuras debían ir con antorchas o lámparas, como en la parábola de las 10 vírgenes. Y allí celebraba una gran fiesta con más bendiciones.

Lectura bíblica

Juan 2: 1-12

Texto para aprender

Haced todo lo que os dijere Juan 2:5.

Y esta es la confianza que tenemos en él , que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, el nos oye. Y si sabemos que el nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. (1ª de Juan 5:14-15)

Historia bíblica

Jesús y sus discípulos fueron invitados a una boda en Caná de Galilea. Allí estaba también la madre de Jesús. Todos vestían con ropajes de boda.

El banquete era presidido por el maestresala quien estaba pendiente de distribuir la comida y bebida y que no faltase nada. Había mucha alegría en el ambiente. Todos comían los ricos manjares preparados de antemano. Sin embargo algo vino a perturbar la fiesta: se había acabado el vino. Eso era grave ya que la escasez era lo que no debía haber en una boda; se esperaba que todos comieran y bebieran con abundancia.

La madre de Jesús se dio cuenta del nerviosismo del maestresala ya que de éste dependía que todo estuviera a punto; entonces se le ocurrió comentárselo a Jesús; pero Jesús le dio una respuesta bien extraña, que casi parecería una grosería:

-“¿qué tienes conmigo, mujer?, aún no ha llegado mi hora”.

Pero escuchó a María porque vio la necesidad que había en la fiesta y les dijo a los sirvientes que llenaran de agua seis tinajas que había en un rincón. Seguramente a los sirvientes les pareció una tontería, pero María dijo:

“Haced todo lo que El os diga”.

Y cuando lo hicieron Jesús les mandó que llevaran una prueba al maestresala; cuando éste lo probó se quedó asombrado de lo bueno que era; así que como no sabía de dónde venía el vino, se acercó al novio y le dijo que lo habitual era mandar servir primero el buen vino y dejar el peor para el final, pues era entonces cuando los invitados no distinguirían el bueno del malo.

Y esta fue una gran señal que hizo Jesús para manifestar su gloria, es decir su grandeza y su poder.

Reflexión

Nuestro Señor tiene poder, como demostró en Caná, para transformar unas sustancias en otras. De un simple líquido, como es el agua, pudo sacar un buen vino, producto que necesita uva prensada y bastante tiempo para fermentarse y transformarse en vino.

La madre de Jesús puso en conocimiento de su hijo un problema real; nosotros como hijos de Dios también debemos interceder delante de Dios por las necesidades de los demás, esperando la respuesta soberana de Dios, es decir que Dios actúe conforme a su soberana voluntad y no la nuestra. Nosotros cumplimos nuestra parte cuando le pedimos a Dios algo para nosotros o los demás.

El Señor puede y quiere atender todas las necesidades del ser humano: de comida, de bebida, de salud física y espiritual. En este caso el vino no era imprescindible, ya habían bebido bastante, pero Jesús quiso salvar al novio de la vergüenza de quedar como un tacaño ante sus invitados, pero especialmente al maestresala que era el responsable de haber calculado mal lo que debía de servirse en las bodas.

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